lunes, 4 de marzo de 2013

¡Perdona, es que se me han cruzado los cables!

Héroe: El cuerpo calloso. 

¡Cuántas veces nos habremos excusado con esta frase...! Pues, que sepas que es lo mejor que te podía haber pasado.

Si te abrieras la tapa de los sesos y miraras lo que hay dentro, te encontrarías un cerebro dividido en dos por un profundo surco central, igualito que una nuez cuando consigues abrirla sin romperla con el corazoncito ese metálico que te regalan con las botellas de cava. (Pensándolo bien, te recomiendo que le abras el cráneo a otro, sin ánimo de incitar a la violencia, porque si lo haces con el tuyo propio, te va coger tendinitis en los hombros y te va a costar un poco mirar adentro).

Ahora, agarras con las manos cada uno de los dos hemisferios cerebrales y tiras hacia afuera. ¿Qué ves?

Efectivamente, que las dos mitades están pilladas por el medio. Lo que ves son aproximadamente doscientos millones (200.000.000) de cables entrelazados que cruzan de un lado al otro. Técnicamente, a ese entramado le llaman el "cuerpo calloso", porque tiene la pinta de un callo, ya que los cables van envueltos en mogollón de aislante, para no liarla parda con un posible cortocircuito. Hay tantos cables que, si cada uno de ellos midiera lo que un cable eléctrico normal, de los de 1,5 mm de diámetro, como los que llevan la corriente a tus bombillas, necesitarías un tubo de unos ¡¡23 metros de diámetro!! para guardarlos todos juntos. (Piensa que el túnel más ancho del mundo, el que une Shangai con Chongming, tiene tan sólo 13,7 m de diámetro).



Algunos de esos cables pasan de izquierda a derecha y otros de derecha a izquierda, y por lo visto, ese entrecruzamiento es esencial para que todo funcione bien. En su libro Neurociencia para Julia, el neurocientífico Xurxo Mariño pone un ejemplo de lo que le podría pasar a alguien si, una vez cortada esa conexión entre las dos partes del cerebro, le enseñas dos imágenes, una a la izquierda y otra a la derecha, tal como muestra el dibujo. Te doy opciones y tú apuestas, ¿vale?

   A) Te dirá sin problemas que eso que hay a su derecha es un cuadrado con un punto negro en el centro.

   B) No podrá decir nada comprensible acerca de lo que hay a su izquierda.

   C) Podrá dibujar con su mano izquierda (sin necesidad de que sea zurdo) un triángulo rodeado por un círculo.

¡Venga, valiente, mójate un poquito!