martes, 19 de febrero de 2013

Cuarenta (40) contra uno (1)

Héroe: Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Antihéroes: Decídelo tú.

Con este título, parece que voy a hablar del famoso cuento de Alí Babá y los Cuarenta Ladrones, ¿verdad? Pues, en principio, no, pero si quieres interpretarlo así, ya es cosa tuya. Tampoco he calculado el número de comisionados y financieros que estaban deseando que callara de una vez Ada Colau, la representante de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, mientras iba desgranando las causas y proponiendo las soluciones al drama que están viviendo Cuatrocientas Mil familias (#400.000#, lo pongo así para que los banqueros lo entiendan) por no poder hacer frente al pago de su vivienda.


El título hace referencia a que después de 40 minutos haciéndoles gratis el trabajo a los políticos, argumentando hasta el detalle el porqué de las medidas que estamos reclamando desde hace años la inmensa mayoría de los ciudadanos, bastó un minuto de exaltación por parte de la compareciente para que, al final de su intervención, a Santiago Lanzuela, presidente de la comisión, le entrara un ataque de "Nena, has dicho caca y te voy a lavar la boca con lejía" y se tirara 8 minutos recriminándole esos escasos 60 segundos, con el tonillo rancio y aleccionador de un viejo director de escuela.

Lo más curioso es que, después de poner el respeto a la libertad de expresión por encima de cualquier otra cosa en aquella sala, cuando el diputado Joan Coscubiela quiso discrepar de Lanzuela, a éste se le olvidó repentinamente todo el respeto que acababa de reclamar y ensalzar allende los cielos. Y, al final de aquel microespectáculo tan bien trazado, a mí se me habían empezado a olvidar los argumentos de Ada. ¡Qué listo, el Santi, pero qué listo...! Menos mal que los humanos hemos aprendido a rebobinar, que si no...

Vídeo 1. Comparecencia completa de Ada Colau (Plataforma de Afectados por las Hipotecas).


Vídeo 2. Santiago Lanzuela y la libertad de expresión por encima de todas las cosas.


Y si quieres ver más:

Vídeo 3. Presuntas amenazas de Ada Colau y réplica.
Vídeo 4. Intervención de Joan Cocubiela.
Vídeo 5. Javier Rodríguez Pellitero: "La dación en pago no es la solución"... Excepto si eres una inmobiliaria, claro (esto se le olvidó decirlo).



martes, 5 de febrero de 2013

Que tu prima es un peligro, ya lo sabíamos

Héroes: Tu prima, Diane Paul y Hamish Spencer.

Apostaría a que tú también tienes una prima que es un peligro, que aunque no quieras, la ves y te dan ganas de decirle ¡Porque eres mi prima, que si no...! (a lo que ella probablemente te responderá ¡Que si no, qué, piltrafilla!, que eso también hay que tenerlo claro). Y, ya sea por algún tipo de instinto o quizás para evitar llevarte un capón de tus padres o de tus tíos, te salta la alarma de "¡nooooo, con tu prima, no!" y renuncias por anticipado a cualquier intento de conquista. Pero, ¿qué pasa cuando percibes que ella no te considera precisamente una piltrafilla? Pues..., ¡que te jiñas!, porque sabes perfectamente que ha dejado de ser una prima cualquiera y acaba de convertirse en una auténtica "prima de riesgo". Y ahí todo el mundo empieza a tirarse de los pelos como si esto fuera el fin del mundo. Pero, ¿qué riesgo es ese?

El verdadero riesgo que corres liándote con tu prima no tiene nada que ver con la economía, sino con la probabilidad de que ambos compartáis, ¡sin saberlo!, información genética chunga que normalmente permanece oculta. Es decir, que el peligro reside en que de verdad la cosa cuaje, os enamoréis y queráis tener retoñitos.


Imagínate que es así. Y antes de que os pongáis a ello, tu prima Gloria (hermana de tu prima peligrosa, Inés) tiene una niña preciosa a la que llama Elsa. La niña nace guapísima, pero con un gen defectuoso que hace que sus glóbulos rojos adquieran la forma de una hoz, en lugar de la forma normal. Se trata de una enfermedad genética conocida como Anemia falciforme, y para la pobre Elsa es una putada como una casa, porque esa deformación de los glóbulos le va a dificultar muchísimo el poder repartir el oxígeno de manera adecuada entre todas las células de su cuerpo.

El caso es que esa enfermedad sólo se manifiesta si la niña tiene dos copias del gen defectuoso, la que le ha pasado su padre y la que le ha pasado su madre (igual que pasaba con el albinismo). Así que, si Elsa tiene anemia falciforme, tanto tu prima Gloria como su marido son portadores del gen estropeado. Y, a menos que se le haya estropeado espontáneamente en el momento de crear el óvulo (cosa tremendamente improbable), si Gloria le ha pasado ese gen a su hija es porque alguien se lo ha pasado a ella: su madre (tu tía Maite) o su padre (tu tío, al que no le hemos puesto nombre). Y, haya sido quien haya sido, eso significa que tu prima Inés, con la que quieres tener retoños, también podría ser portadora del gen chungo.

¡Vaya, por Diossss! Pero, bueno, eso tampoco sería un problema si tú no eres también portador, porque, como acabamos de decir, hace falta que se junten dos copias chungas del gen en la misma persona para que tenga lugar la enfermedad. ¿Puedes quedarte tranquilo? ¿Y si el gen de Gloria vino por alguno de tus abuelos? Si fuera así, ¿cómo podríamos calcular la probabilidad de que tu prima Inés y tú tengáis ese mismo gen chungo que deforma los glóbulos rojos? Vamos a verlo:

  1. Si el gen chungo vino de tu abuelo Basilio (el primer antepasado común que tenéis tu prima y tú), antes que nada necesitamos calcular la distancia generacional que os separa pasando por tu abuelo, es decir, el número de pasos hay que dar del uno a la otra siguiendo la línea genealógica que os une. Esto es: de ti a tu padre, de tu padre a tu abuelo, de tu abuelo a tu tía y de tu tía a tu prima; total, 4 pasos. 
  2. Como, en cada paso, lo que compartes con la siguiente persona es la mitad de los genes, vamos a elevar esa mitad (1/2 = 0,5) al número de pasos que hemos dado (4). Esto es como multiplicar esa mitad por sí misma hasta un total de 4 veces: (0,5 x 0,5 x 0,5 x 0,5) = 0,0625. Si ahora lo multiplicas por 100, tienes el resultado expresado en forma de porcentaje, que es más fácil de entender: 6,25%.
  3. Pero, esta no es la probabilidad definitiva, porque el gen chungo también podría haber venido de tu abuela Felisa, así que habría que repetir el proceso otra vez, pasando por tu abuela, en lugar de por tu abuelo, y sumar los dos resultados. Total, que la probabilidad de que tu prima Inés y tú compartáis el mismo gen chungo que hace que los glóbulos rojos se deformen es del 6,25% + 6,25% = 12,5%.
A ver, no es una probabilidad espectacular (tienes un 87,5% de posibilidades de que no pase nada), pero tampoco es como para decir que carece de la más mínima importancia. Tú y yo sabemos que la estadística sólo sirve para generalizar, y no para adivinar qué pasará en cada caso.

Y dicho esto, resulta que en 2008, a una señora llamada Diane B. Paul, de la Universidad de Massachussets (Estados Unidos), y a un señor llamado Hamish Spencer, de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), se les ocurrió mirar si la probabilidad de que los primos compartieran información genética chunga era suficientemente alta como para justificar la prohibición legal de matrimonio entre primos que existe en muchos de los estados norteamericanos. Y pusieron en evidencia que, desde un punto de vista científico, estas leyes tienen menos justificación que las que prohibieran tener descendencia a las personas que padecieran, por ejemplo, el mal de Hungtinton (el baile de San Vito), y sin embargo a nadie se le ocurriría semejante atrocidad.

Nota: Si quieres leerte el artículo científico en inglés, dale aquí.