Héroes: Tu prima, Diane Paul y Hamish Spencer.
Apostaría a que tú también tienes una prima que es un peligro, que aunque no quieras, la ves y te dan ganas de decirle
¡Porque eres mi prima, que si no...! (a lo que ella probablemente te responderá
¡Que si no, qué, piltrafilla!, que eso también hay que tenerlo claro). Y, ya sea por algún tipo de instinto o quizás para evitar llevarte un capón de tus padres o de tus tíos, te salta la alarma de "¡nooooo, con tu prima, no!" y renuncias por anticipado a cualquier intento de conquista. Pero, ¿qué pasa cuando percibes que ella no te considera precisamente una piltrafilla? Pues..., ¡que te
jiñas!, porque sabes perfectamente que ha dejado de ser una prima cualquiera y acaba de convertirse en una auténtica
"prima de riesgo". Y ahí todo el mundo empieza a tirarse de los pelos como si esto fuera el fin del mundo.
Pero, ¿qué riesgo es ese?
El verdadero riesgo que corres liándote con tu prima no tiene nada que ver con la economía, sino con la probabilidad de que ambos compartáis,
¡sin saberlo!, información genética chunga que normalmente permanece oculta. Es decir, que el peligro reside en que de verdad la cosa cuaje, os enamoréis y queráis tener retoñitos.
Imagínate que es así. Y antes de que os pongáis a ello, tu prima Gloria (hermana de tu prima peligrosa, Inés) tiene una niña preciosa a la que llama Elsa. La niña nace guapísima, pero con un gen defectuoso que hace que sus glóbulos rojos adquieran la forma de una hoz, en lugar de la forma normal. Se trata de una enfermedad genética conocida como
Anemia falciforme, y para la pobre Elsa es una putada como una casa, porque esa deformación de los glóbulos le va a dificultar muchísimo el poder repartir el oxígeno de manera adecuada entre todas las células de su cuerpo.
El caso es que esa enfermedad sólo se manifiesta si la niña tiene dos copias del gen defectuoso, la que le ha pasado su padre y la que le ha pasado su madre (igual que pasaba con el
albinismo). Así que, si Elsa tiene
anemia falciforme, tanto tu prima Gloria como su marido son portadores del gen estropeado. Y, a menos que se le haya estropeado espontáneamente en el momento de crear el óvulo (cosa tremendamente improbable), si Gloria le ha pasado ese gen a su hija es porque alguien se lo ha pasado a ella: su madre (tu tía Maite) o su padre (tu tío, al que no le hemos puesto nombre). Y, haya sido quien haya sido, eso significa que tu prima Inés, con la que quieres tener retoños, también podría ser portadora del gen chungo.
¡Vaya, por Diossss! Pero, bueno, eso tampoco sería un problema si tú no eres también portador, porque, como acabamos de decir, hace falta que se junten dos copias chungas del gen en la misma persona para que tenga lugar la enfermedad. ¿Puedes quedarte tranquilo? ¿Y si el gen de Gloria vino por alguno de tus abuelos? Si fuera así, ¿cómo podríamos calcular la probabilidad de que tu prima Inés y tú tengáis ese mismo gen chungo que deforma los glóbulos rojos? Vamos a verlo:
- Si el gen chungo vino de tu abuelo Basilio (el primer antepasado común que tenéis tu prima y tú), antes que nada necesitamos calcular la distancia generacional que os separa pasando por tu abuelo, es decir, el número de pasos hay que dar del uno a la otra siguiendo la línea genealógica que os une. Esto es: de ti a tu padre, de tu padre a tu abuelo, de tu abuelo a tu tía y de tu tía a tu prima; total, 4 pasos.
- Como, en cada paso, lo que compartes con la siguiente persona es la mitad de los genes, vamos a elevar esa mitad (1/2 = 0,5) al número de pasos que hemos dado (4). Esto es como multiplicar esa mitad por sí misma hasta un total de 4 veces: (0,5 x 0,5 x 0,5 x 0,5) = 0,0625. Si ahora lo multiplicas por 100, tienes el resultado expresado en forma de porcentaje, que es más fácil de entender: 6,25%.
- Pero, esta no es la probabilidad definitiva, porque el gen chungo también podría haber venido de tu abuela Felisa, así que habría que repetir el proceso otra vez, pasando por tu abuela, en lugar de por tu abuelo, y sumar los dos resultados. Total, que la probabilidad de que tu prima Inés y tú compartáis el mismo gen chungo que hace que los glóbulos rojos se deformen es del 6,25% + 6,25% = 12,5%.
A ver, no es una probabilidad espectacular (tienes un 87,5% de posibilidades de que no pase nada), pero tampoco es como para decir que carece de la más mínima importancia. Tú y yo sabemos que la estadística sólo sirve para generalizar, y no para adivinar qué pasará en cada caso.
Y dicho esto, resulta que en 2008, a una señora llamada
Diane B. Paul, de la Universidad de Massachussets (Estados Unidos), y a un señor llamado
Hamish Spencer, de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), se les ocurrió mirar si la probabilidad de que los primos compartieran información genética chunga era suficientemente alta como para justificar la prohibición legal de matrimonio entre primos que existe en muchos de los estados norteamericanos. Y pusieron en evidencia que,
desde un punto de vista científico, estas leyes tienen menos justificación que las que prohibieran tener descendencia a las personas que padecieran, por ejemplo, el
mal de Hungtinton (
el baile de San Vito), y sin embargo a nadie se le ocurriría semejante atrocidad.
Nota: Si quieres leerte el artículo científico en inglés, dale aquí.