lunes, 29 de agosto de 2011

Etapa 3: El Fujitsu

(M) 10/5/2011. Astorga - Foncebadón.

¡Qué lugar más extraño! Si no fuera porque lo atraviesa el Camino, aquí no habría nada. Pero, nada de nada. El Fujitsu… (¡Dióssss, cuánto daño ha hecho la publicidad!).

Todo lo que hay son cuatro albergues (uno, dos, tres, cuatro) y un pedazo de iglesia. No un “peazo iglesia”, así, como si fuera la hostia de grande, no: un pedazo literalmente, un trozo, porque está que se cae a cachos. Y a parte de eso, ocho o diez casas, más que derrumbadas, profundamente deprimidas, hundidas casi en la miseria, cubiertas de chapas metálicas e invadidas por un ejército de hierbajos envalentonados, que no sé qué son.

Por lo que nos cuentan, sólo dos habitantes son autóctonos, una madre y un hijo, los dos ya mayores (ella más que él, intuyo). El resto deben de ser, pues, colonizadores, en el sentido estricto de la palabra, personas que han venido de cualquier parte del mundo buscándose la vida, y dispuestas a poner algo donde no había nada, salvo el camino. En algún lado he leído que hasta los años cincuenta o sesenta, en el pueblo llegaron a vivir hasta cien personas. Yo no sé qué me intriga más, si averiguar qué les pasó (por qué se fueron todos), o descubrir de qué huía el primero que decidió plantar aquí sus atributos, en medio del Fujitsu, mucho antes de que Camino y Negocio pudieran ir cogiditos de la mano.

Y sin embargo, hay algo incomparablemente bello, una paz casi sobrecogedora, en este culo del mundo: está tan lejos de todo que los únicos indicios de civilización que uno percibe son los crucifijos de viento que peinan el horizonte y una carretera insensata que parece ir de la nada A a la nada B, como si la hubieran hecho sólo por si alguien quisiera ir de uvas a peras, de pascuas a ramos, o de repente a cagar.

Sin duda, es un culo precioso e inolvidable... Como para ponerlo coronando un culendario.  




viernes, 26 de agosto de 2011

Etapa 2,5: Antoni Gaga

(L) 9/5/2011. Astorga.


No te he contado antes cómo llegamos hasta aquí. Definitivamente, no queda rastro alguno de kriptonita en muchos kilómetros a la redonda. Mira que me lo ha dicho gente: no le pongas suavizante a la capa, que luego no vas a poder seguir a tu padre. Y tenían razón, el suavizante me ablanda, y al final acabo barriendo y fregando el camino de una sola pasada con la sinhueso colgando... (la de hablar, me refiero). Veníamos tan deprisa que nos hemos pasado el albergue y casi nos metemos directos en el palacete de Gaudí.


¡Qué tío, este Gaudí! Debió de ser el Lady Gaga de la época. A mí me da la impresión de que tenía que estar más pallá que pacá, también. Más de una vez le debieron decir eso de ¡ánde vas tú con ese edificio de filetes colgando de los hombros!, porque es que se lo cargaba todo. ¿Cimientos? ¡Pa qué quieres tú cimientos! ¡'Pérate, que le doy la vuelta al macramé de la yaya y vas a flipar lo que me sale...! Ponle un espejo debajo y ya lo tienes, ahora seguro que aguanta. El caso es que hoy, tú vas paseando por cualquier lugar del mundo (Barcelona, Garraf, Astorga...), y de repente dices: pa mí que eso es de Gaudí. Y, ¡placa!, otra vez en el clavo.


Lo malo es que para dibujar te desanima. Tendría que decirle a mi padre que fuera tirando, que ya voy, y cuando él llegara a Santiago yo todavía estaría intentando entender lo del macramé. Así que prefiero dibujar mi ampolla (con perdón), y homenajear así al auténtico protagonista de este viaje: el queso.



jueves, 25 de agosto de 2011

Etapa 2: Juguemos al "Quién es quién"

(L) 9/5/2011. San Martín del Camino - Astorga.


Piénsalo un momento: ¿tú sabrías decirme en qué se diferencian las manos de un hombre y las de una mujer? No, no es que sean más anchas. ¿Cuánto más anchas?, ¿dónde está el límite? Puedo enseñarte manos igual de anchas de ambos sexos y tú las seguirías distinguiendo… ¿Y sabrías decirme cómo adivinas si un retrato de una criatura de tres años corresponde a un niño o a una niña? Ya, que hay fotos que te equivocas fijo; pero con esas fotos seguro que se confunde casi todo dios, y es porque esas criaturas en particular muestran aún rasgos intermedios entre ambos sexos, rasgos que habitualmente se van definiendo en uno u otro sentido, a medida que el bicho crece.


En realidad, ni siquiera importa si acertamos o no; lo que importa es que somos capaces de apreciar diferencias suficientes como para aventurarnos a dar nuestro diagnóstico y, sin embargo, la gran mayoría no tenemos ni puta idea de qué información concreta nos ha dado la clave. Es como si lo adivináramos por mera intuición.


Pues eso pasa también con la procedencia de los peregrinos. Los coreanos y los japoneses son los más fáciles: la diferencia con el resto es evidente, y entre ellos se distinguen porque a los japoneses les pasa con la cámara lo que a los borrachos con el vaso, que aunque no estén bebiendo no la sueltan. Los rusos también son fáciles, tienen la cabeza plana por detrás y se mueven como si el mundo les viniera pequeño. Pero, ¿en qué se diferencia un francés de un alemán y de un holandés? ¿Cuál de los tres es más alto, o más blanquito, o menos mediterráneo...? Pues depende, no podría decírtelo. El caso es que yo los veo de lejos, hago mi apuesta, me acerco a escucharlos y ¡placa!, casi siempre acierto.


Hagamos una prueba: ¿de dónde crees que es el señor que aparece en el dibujo? No vale leer lo que está escribiendo... Venga va, sí que vale.


miércoles, 24 de agosto de 2011

Etapa 1,5: Las hierbas del dibujante

(D) 8/5/2011. San Martín del Camino.


Los dibujantes son animales muy curiosos. Si escuchas a alguien decir ¡deja ya de analizarme!, la probabilidad de que al otro lado de esa queja se halle un dibujante es tan alta como la de hallar a un argentino. El dibujante te mira siempre como si llevaras la boca manchada de chocolate, o como si estuvieras increíblemente bueno, o como si le fuera posible leer tu genoma. Porque, lo cierto es que no te mira, te escanea. Y lo mismo hace con el resto de la realidad. Donde tú ves un simple manojo de hierbajos mugrientos creciendo en el margen de un camino de tierra que te lleva directo a un puticlub, él te encuentra nueve especies diferentes de gramíneas. Y tú piensas: ¿quieres quitarte de ahí, criatura, que con tanta luna tintada, el próximo mercedes que pase se te lleva por delante?




martes, 23 de agosto de 2011

Etapa 1: La primera en la frente

(D) 8/5/2011. León - San Martín del Camino.



Mi padre llegó con fiebre. Bueno, llegó con Victoria, pero ella se volvió a casa en tren. No es que se diera por vencida, es que ya lo había ganado todo. Así que nos quedamos él y yo, sentados en la cola del León, a pasar la tarde. Y, de repente, empezó a marearse y a sentirse somnoliento. Pensé que sería el jet-lag de haber venido andando desde Burgos que, quieras o no, eso te tiene que desplazar todos los ritmos circadianos. Pero cuando le pasé la mano por la frente, lo vi clarísimo: ¡por aquí tiene que haber kriptonita!

Lo dejé durmiendo en un convento y me fui a buscar la fuente de todos sus males por media fiera. (Media feria, no; media fiera). No hubo manera. Un yacimiento no puede ser, me dije, porque no hay montañas cerca, y además la kriptonita es como Messi, exogaláctica. Al final le traje un par de jolodrones de la farmacia y esperé a ver cómo amanecía.

Por lo que parece, el jolodrón, bien administrado, obra sus propios milagros. Se levantó el tío como si no hubiera árboles suficientes pa’ tanto gato, ni vías de tren pa’ tanta abuela a punto de ser arrollada. ¡Cómo corre el jodío!, la próxima vez le doy la mitad de la dosis, pensaba yo. Pero a medida que nos íbamos acercando a nuestro destino, sus fuerzas volvieron a menguar.

A la entrada del pueblo, nos quedamos en el primer albergue que vimos, para no tentar más a la suerte. Lavamos nuestras capas y nuestros bragueros y mi padre se echó a dormir el resto de la tarde. Yo salí a pasear y, de repente, ¡allí estaba el secreto! Un ovni descomunal se había quedado atascado en una inmensa columna en el centro mismo del pueblo, vete tú a saber desde hacía cuánto tiempo. ¿No te dije yo que tenía que ser cosa de la kriptonita? ¡Si es que...!



lunes, 22 de agosto de 2011

Etapa 0,5: Ni hacen puentes blancos, ni cuentan chistes

(S) 7/5/2011. León.


¿Y cómo os vais a encontrar en León?, le dijo ella. Pues como siempre se ha hecho, quedando en un sitio y a una hora en concreto. Ya, pero ¿y si le pasa algo a tu padre? Pero, ¡qué le va a pasar...! ¡Yo qué sé!, ¿y si no llega ese día? Pues, nada, cuando se haga de noche me voy a dormir a una pensión y vuelvo a esperarlo al día siguiente. ¡Luis, no seas cabezón, joder, llévate un móvil! ¡Que no me llevo ningún móvil, mamá, coño, no insistas más...!


Y ¿qué vas a hacer mientras esperas?
Algo se me ocurrirá.



PD: ¡Mira que confundir Carbajalas con Calatravas! Tres meses llevaba yo en ese entuerto... Ahora ya no cambio el título.

Etapa 0: Por una nariz (pero de las mías)

(V) 6/5/2011.  Barcelona - León.


Última palabra para cerrar el índice terminológico. Guardar. Cerrar. Enviar por correo... F, F, F... ¡Fernando! ¡Hala, ya está...! ¡Mierda, me queda menos de una hora para hacer la mochila y llegar a la Estación del Norte! ¿Y qué coño hago con las llaves....? Rápido, piensa... ¡Mamá!

¡Mayeeee! Que al final va a ser mejor que sí, que vengas a la estación, que no me da tiempo... Sí, sí, por eso te lo digo, por las llaves. No, bocadillo no hace falta, ya yo, si esooo.... Bueno, pues vale, tú misma. Muchas gracias. Hasta ahora, un beso.


A ver, la mochila, ¿dónde la tengo? ¿Qué llevo? Las botas, el saco... ¿Hará frío...? Mira, lo meto todo a saco y si me dejo algo ya veré qué hago. ¿Cómo se llega hasta allí? ¡Gran momento para colgarse internet! A ver si hiberándolo... Venga, venga... Venga, hombre... Ahí está. Chrome. Google. TMB Vull anar-hi... ¡Buah, no llego ni de coña! ¡El gas, que me lo dejo...! Voy más rápido por la escalera. ¡Taxíiiiiii...! Va lleno. ¡Joder, ya le vale, podía bajarse la banderita! Nada, ni uno. ¡Taxí! Este sí, este sí. ¡A la Estación del Norte, por favor! Vas con prisa, ¿no, chaval? A las diez, me sale. Yo creo que llegas. (¡Coño, yo creo, yo creo...!). 


Mira, ya estamos. Tenga, muchas gracias. Hasta otra. A ver, ¿de dónde sale?. El billete no lo dice, voy a bajar a la taq... ¡Mira: mamá! ¡Mayeee! ¡Hombre, por fin!, ¡ya estaba yo padeciendo!; pero, tranquilo, que te quedan 2o minutos aún. Y si me quedan 20 minutos, ¿por qué padecías? 


Por si acaso luego no me da tiempo.